Un peregrino venido de Australia, de hasta 40 metros de altura, cuya corteza parda y gruesa se agrieta y desescama cuando llega a adulto.
Pero hay más detalles: hojas claras y ovaladas en la juventud, que oscurecen y se alargan con los años. Florecillas blancas de cuatro centímetros de diámetro y frutos acampanados blanco-verdosos que están sellados por una tapa en forma de diminuto sombrerito, dentro de los que se esconden numerosas semillas. De ahí su nombre, pues eucalipto en griego traduce algo así como: bien oculto .
Hoy se le acusa de estimular la erosión, de consumir mucha agua con sus poderosas raíces, de hundir los suelos con su peso, de no producir frutos que alimenten a las aves ni suministrar un sitio donde aniden.
Su aroma, amado antaño y relacionado por todos con catarros, Vick-vaporub y chocolate caliente, amenaza pasar de moda y ahora los eucaliptales que abundan en el país ya se miran con desprecio.
Familia de olor Los eucaliptos son angiospermas de la familia de las mirtáceas así denominada por ser la del mirto o arrayán (Myrtus foliosa), especie nativa típica de nuestras cordilleras, que incluye además deliciosos frutales, unos autóctonos, otros no, como la pomarrosa, la feijoa y la guayaba.
Sin embargo el género Eucalyptus comprende más de 400 especies, todas australianas. Cabe anotar que el árbol descrito al principio, y contra el que los ambientalistas enfilan baterías es sólo uno de esas especies: el Eucalyptus globulus.
En lo que tiene que ver con Bogotá hay más de 15 especies de eucaliptos de la que pocos conocen defectos o virtudes, entre otras características: Eucalipto camandulensis, de elevado porte, tronco amarillento y frutos pequeños. Da excelente madera y sus ramas colgantes lo hacen parecido con un sauce llorón gigante. De él se ven espléndidos ejemplares a lado y lado de la Autopista Norte entre calles 100 y 116.
Eucalipto ficifolia o pomarroso, más pequeño, llamativo por sus cogollos pardos y flores rojas. Sus hojas secan en carmesí. Es apreciado en adornos de floristería y como ornamental. Se lo distingue por su fruto similar en olor y tamaño a la pomarrosa. Los curiosos pueden verlos junto a la Torre de Colpatria, y el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada.
Eucalipto cynera o pulverulento, de ramas caedizas y follaje cenizo, casi plateado, con tronco oscuro y fruto similar al del globulus (por lo que vulgarmente se le llama eucalipta creyéndosele femenino de este, aun cuando es especie diferente). De suma importancia como elemento paisajístico, hay bellos ejemplares en la Avenida de Chile frente al Centro Granahorrar.
Curioso es el Eucalipto citriodora, o de hojas de olor a limón, del que hay dos ejemplares de mediano tamaño en el vivero La Mana de la CAR en la vía a Tunja. No se ha plantado en espacio público pues sus ramas son arrancadas para usar la hoja en infusión con agua de panela.
De los llamados también eucaliptos, igualmente mirtáceas, pero de géneros diferentes están: El Callistemon Lanceolatus o eucalipto calestemo que es el pitufo de la familia. Tiene hojas duras, pequeñas y flores rojas tendiendo a moradas, con forma de churruscos para limpiar vasos. No alcanza más de cinco metros.
Similar al anterior, y como él, joya de los jardines, es el Melaleuca leucodendron, mirto cayeput o eucalipto de flor, que se distingue del calestemo (aunque se los confunda) por sus ramas flexibles y caedizas, sus hojas aromáticas y sus flores menos oscuras en gran número. De él se extrae el aceite de cayeput, importante en perfumería.
Insecticida y desinfectante Quien no necesita de sus parientes como carta de presentación es el viejo eucalipto globulus. Tiene una mayor concentración de eucaliptol en las hojas que las demás especies aclimatadas en nuestro medio. Esta sustancia, que da la fragancia a eucalipto, hace a estos árboles amados y odiados.
El eucaliptol está en las hojas y lo emanan las raíces de todos los eucaliptos. Es una aceite esencial. En Estados Unidos y otros países se le emplea en farmacología contra afecciones broncopulmonares, antiséptico contra microbios, en perfumería y como aromatizante de alimentos.
Por ser un alcohol, tiene fuertes propiedades desinfectantes y mata la microflora presente en el humus a tal punto, que en plantaciones de eucalipto ni sus propias hojas se pudren al caer al suelo. Por ello pocas plagas son parásitas del árbol.
El eucaliptol confiere también cualidades insecticidas: infusiones concentradas de hojas de eucalipto con un poco de detergente en polvo disuelto, reemplazan con ventaja los siempre perjudiciales insecticidas. Fumigando con ellas se ahuyenta de las viviendas el molesto mosquito culex muy conocido en Bogotá. Además, las ramas con hojas frescas, colocadas bajo las camas espantan las pulgas.
Miel y madera Los eucaliptos son árboles melíferos y las abejas cuyas colmenas se sitúan entre bosques de estas plantas producen cera y miel muy perfumadas y saludables.
Aunque la niebla del pasado oculta el momento exacto en que los eucaliptos llegaron a Colombia, renombrados investigadores y botánicos como Guhl y Pérez Arbeláez señalan que el globulus se trajo hacia 1864, siendo presidente Manuel Murillo Toro. Poco se sabe del arribo de otras especies.
El eucalipto ha prestado a la nación innumerables servicios. Da una madera dura y difícil de trabajar, pero en gran cantidad. Por eso ha sido materia prima de la mayoría de los palos de cerca, vigas de construcción y postes eléctricos en casi toda nuestra geografía de clima frío además de buena parte de la leña quemada en los hogares campesinos y apreciables cantidades de pulpa de papel, a lo largo del último siglo.
Pero son otras sus grandes virtudes: la velocidad con que crece (produce en 15 años la misma cantidad de madera que el nativo roble en cincuenta). Su tamaño respecto a especies propias (un eucalipto joven da tanta leña como tres o cuatro docenas de encenillos nativos notoriamente más viejos) y la facultad de retoñar una vez cortado y dar nuevas varas utilizables.
Quién es el malo? Si bien no es conveniente incrementar los bosques de eucalipto, antes de sugerir eliminarlo sus críticos deberían advertir que ante su ausencia y la de las demás especies exóticas, las lentas especies nativas incapaces de satisfacer la demanda maderera (que no se iría con el eucalipto) serían arrasadas por colonos e industriales so pena de una escasez terrible del valioso material.
Es cierto que no debe plantarse en zonas de ladera donde afecta los suelos, ni en gran número junto a fuentes de agua pues tiende a desecarlas.
Allí donde se necesite plantarlo en abundancia, puede mezclarse con especies protectoras de humedad, nativas como el caucho sabanero, o extranjeras como el urapán, y con otras fijadoras de nitrógeno el nativo aliso y las foráneas acacias para atenuar sus efectos empobrecedores del suelo.
En Australia el eucaliptal es un ecosistema tan complejo y valioso como nuestro costeño manglar. Numerosas especies habitan en él. Así es como el tierno y felpudo osito koala se alimenta de sus hojas y flores.
Después de las gigantes sequoias (coníferas parientes del pino) domiciliadas en California, los eucaliptos son los árboles más altos del mundo. El mayor árbol de hoja ancha en la actualidad mide 99 metros, se halla en el Valle Styx Tasmania y es un Eucaliptus regnans (fresno de monte). Según estudios el más elevado de la historia, por sobre las majestuosas sequoias, perteneció a esta especie.
Si de eliminar el eucalipto por no ser nativo se trata, hay que tener cuidado pues con el podrían irse otros no autóctonos: los mangos, las naranjas, las uvas, el trigo, muchas flores, caballos, bovinos y gallinas, el automóvil, la televisión y aún el idioma español.
FUENTE: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-261558
Por: ALFREDO GUTIERREZ *
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